Todos recordamos desde la infancia la sabia afirmación de que los secretos siempre se descubren tarde o temprano. Sin embargo, esto no evita que las personas guarden pequeños secretos o mentiras. Desafortunadamente, la verdad tiene la habilidad de salir a la luz en el momento más inoportuno, lo que a veces conduce a situaciones cómicas. Y en otras ocasiones, nos complica mucho la vida.
- Llevé a mi hija (tenía 5 años) a visitar a mis padres a una ciudad vecina. Por supuesto, me olvidé de su certificado de nacimiento. Saliendo de la ciudad, me detuvieron en un puesto fijo de control policial, era un plan de interceptación o estaban buscando a alguien. Me di cuenta de que iba a tener problemas para demostrarle a la policía que la niña es mía. Entonces le dije a mi hija: “Siéntate y quédate callada, no tenemos tus documentos”. ¿Adivinen qué le dijo la niña alegremente al policía en cuanto nos saludó? “¡Yo no tengo los documentos!”. Afortunadamente, él solo se rio, dijo que no la estaban buscando a ella, miró mi licencia de conducir y el certificado de registro y nos dejó ir.
- Alquilé un departamento junto con mis amigos. Todos los fines de semana teníamos fiestas. Después de una de las fiestas, desaparecieron mis llaves. Busqué por todos lados, no las encontré e hice duplicados. Un día, por primera vez en mucho tiempo, regresé a casa temprano y descubrí a un amigo que había estado en aquella fiesta con una chica. Resulta que él “tomó prestadas” mis llaves para tener citas en nuestro departamento.
